Nunca es tarde para amar: La historia de Tomás y el reloj de la estación
Durante sesenta años, viví solo, convencido de que la soledad era mi destino. Todo cambió cuando conocí a Natalia en la estación de Atocha, y juntos desafiamos los prejuicios y el miedo al compromiso. Ahora, me pregunto si realmente es posible empezar de nuevo cuando todos creen que tu vida ya está escrita.