Me llamaban “el pringao” en mi familia… hasta que adopté a tres niños que nadie quería. Treinta años después, la vida me dio la razón
Siempre fui el blanco de las bromas en mi familia, el que nunca hacía nada bien. Pero cuando adopté a tres hermanos huérfanos que nadie quería, mi vida y la de ellos cambió para siempre. Treinta años después, la familia que formamos demostró que el amor y la valentía pueden romper cualquier prejuicio.