El eco amargo de la herencia: Cuando los hijos reclaman antes de tiempo
Me llamo Carmen y jamás imaginé que mis propios hijos me harían pensar en la muerte mientras aún sentía la vida bullendo en mis venas. Todo cambió un domingo, cuando Marta y Sergio, entre platos de cocido, nos preguntaron a mi marido Luis y a mí cuándo íbamos a redactar el testamento. Desde ese instante, la confianza en nuestra familia se resquebrajó y empecé a cuestionar todo lo que creía sobre el amor y la lealtad.