El llanto de Lucía no era mi sangre: una verdad que desgarró mi hogar
Nunca olvidaré el momento en que la enfermera entró en la habitación y me miró con esos ojos llenos de compasión. Mi marido, Álvaro, y yo llevábamos años soñando con ser padres, y cuando por fin tuvimos a Lucía en brazos, creímos que la vida nos sonreía. Pero un error en el hospital nos arrebató la certeza de la sangre y nos obligó a elegir entre el amor y la verdad.