¿Soy una mala madre o les di la oportunidad de crecer?
Hace tres años, mi hijo Sergio y su esposa Lucía se mudaron a mi casa en Madrid, prometiendo que sería solo por unos meses. Después de años de promesas rotas, discusiones y lágrimas, tomé la difícil decisión de echarlos y quitarles las llaves. Ahora me debato entre la culpa y la esperanza de haberles dado, por fin, la oportunidad de madurar.