Desde el hospital, con mi hija recién nacida en brazos, sentí que la guerra entre mis padres no había terminado, sino que se había transformado. Sus reproches y rivalidades, que marcaron mi infancia, ahora amenazan con contaminar la vida de Valentina. Me debato entre el deseo de proteger a mi hija y el miedo de repetir la historia.
Mi nombre es Álvaro García y jamás olvidaré la noche en que mi padre, Julián, me miró con esos ojos cansados desde la cama del hospital. Creí que tenía el control de todo, que el dinero y la herencia eran míos por derecho, pero la vida —y mi abuelo Tomás— tenían otros planes. Esta es la historia de cómo la codicia puede destruir una familia y de cómo, a veces, el destino nos obliga a mirar dentro de nosotros mismos.
Mientras que las reuniones familiares son un tesoro para muchos, el Abuelo José se siente abrumado por el caos. ¿Es hora de replantear las expectativas que se tienen sobre los abuelos?
