El día que toqué la puerta equivocada (o eso creía)
Mi vida cambió el día que, desesperada, fui a pedir ayuda a la casa de los Ortega, los vecinos ricos del barrio. Mi madre no podía más cuidando sola a mi hermano Luis, y cuando el coche se averió, sentí que el mundo se nos venía abajo. Lo que sucedió después me enseñó que las apariencias engañan y que la solidaridad puede venir de donde menos te lo esperas.