¿De verdad soy una mala abuela?
Me llamo Rosa y toda mi vida la he dedicado a mi familia en un pequeño pueblo de Antioquia. Mi nieta, Valentina, es mi alegría, pero un día mi yerno, Mauricio, decidió que ya no podía verla más porque, según él, le daba demasiados dulces. Ahora me pregunto si realmente cometí un error o si esto es solo otra herida que cargamos las abuelas en este país.