A los 42, conocí a un hombre intrigante: la tarta, el té y el precio de la soledad

A los 42, conocí a un hombre intrigante: la tarta, el té y el precio de la soledad

A mis 42 años, decidí darme una nueva oportunidad en el amor y conocí a Julián, un hombre que parecía diferente a todos los demás. Una tarde, llevé una tarta cara a su casa, pero su fría hospitalidad me hizo cuestionar mis expectativas y mi valor propio. Lo que empezó como una cita prometedora terminó siendo una lección sobre la soledad, la dignidad y el miedo a volver a empezar.