La puerta que nunca se abrió: El eco de un hijo perdido
Una mañana lluviosa, me planté ante la puerta de mi hijo, con la esperanza de que unas simples galletas pudieran reparar años de distancia y palabras no dichas. El silencio y la cerradura fueron mi única respuesta, y en ese instante supe que el amor de madre a veces no basta para curar heridas profundas. Esta es la historia de mi lucha por el perdón, el miedo a la soledad y el dolor de una madre española que ha perdido el contacto con su propio hijo.