¿Por qué no me llevas contigo, hija?
Mi nombre es Mariana. Tengo treinta y ocho años, llevo quince casada con Ernesto y juntos criamos a nuestro hijo, en un departamento modesto de la Ciudad de México. Pero hay una herida que nunca cierra: la relación con mi madre, quien, tras años de abandono y resentimiento, me pide ahora que la lleve a vivir conmigo. Esta es la historia de cómo el pasado familiar puede pesar más que cualquier promesa de futuro.