Perdóname, abuela, por haberte olvidado
El día que me enteré de que mi abuela llevaba tres días sin comer, sentí que el mundo se me venía abajo. Entre la culpa, los recuerdos familiares y la rutina frenética, intenté reparar lo que había descuidado durante años. Esta es mi historia de redención, dolor y búsqueda de reconciliación con mi familia y conmigo misma.