La semana pasada, mi madre volvió a casa: el hogar que ya no era suyo
La semana pasada, mi madre llegó a mi piso con una maleta y los ojos llenos de lágrimas. Su vida, dedicada durante décadas a cuidar de su marido y de nosotros, sus hijos, se había desmoronado en silencio. Ahora, enfrentada a la soledad y al desarraigo, me pregunto si alguna vez podremos reconstruir lo que el tiempo y el desgaste han roto.