Herencias envenenadas: el invierno de la abuela Carmen
En medio de una fría noche de enero, mi marido Tomás y yo descubrimos que su madre, Carmen, estaba viviendo en un cobertizo sin calefacción ni muebles, abandonada por sus propios hijos. La codicia y el egoísmo de mis cuñados, Lucía y Sergio, rompieron la familia y dejaron cicatrices profundas. Ahora, mientras cuidamos de Carmen, me pregunto si alguna vez podremos perdonar lo que han hecho.