Bajo el mismo techo: el precio de callar
Me llamo Linda y, aunque nunca imaginé que mi vejez sería así, me encuentro limpiando la casa de mi hijo mientras su esposa me humilla. La convivencia con mi nuera, Marta, se ha convertido en una pesadilla diaria desde que mi hijo Juan perdió el trabajo y nos vimos obligados a vivir juntos. Cada día lucho entre el deseo de proteger mi dignidad y el miedo a romper la familia.