La firma que me condenó: una noche, un coche y el precio de la familia
Todo empezó con una llamada de mi hermano Sergio, pidiéndome un favor inocente: poner su coche a mi nombre por unos días. Nunca imaginé que ese gesto me arrastraría a una pesadilla de deudas, discusiones familiares y traiciones. Ahora, cada noche me pregunto si ayudar a la familia siempre merece la pena.