¿Por qué? Porque mientras mi familia estaba ocupada con los preparativos de la boda, Javier y su madre estaban reorganizando la propiedad. Me llamo Elena. Tengo 27 años y soy recién graduada de la universidad.
Cuando conocí a Javier, fue a través de mi hermano, quien le alquiló un piso. Al recoger el alquiler, comenzamos a conversar y nos dimos cuenta de que teníamos mucho en común. Empezamos a salir, pero su exmujer estaba decidida a causar problemas. A menudo utilizaba a su hija para crear conflictos entre nosotros. A pesar de los desafíos, nuestra historia de amor tomó un giro inesperado hacia la felicidad.
Después de 40 años de matrimonio, encontré un mensaje en el teléfono de mi marido que me hizo cuestionarlo todo. Nos conocimos cuando yo tenía 20 años y Juan 23. Nuestro amor fue un torbellino, y construimos una vida hermosa juntos con nuestros dos hijos, Ana y Miguel. Ahora, como nido vacío, me encontré enfrentando un desafío inesperado. Pero a veces, los momentos más oscuros conducen a los resultados más brillantes.
En la vibrante ciudad de Madrid, Javier, un apasionado bautista, se sintió irresistiblemente atraído por Aisha, una comprometida hindú. Su amor floreció en medio del tapiz cultural de la ciudad, pero sus diferentes creencias religiosas pronto arrojaron una sombra sobre su relación. A pesar de sus esfuerzos por cerrar la brecha, los desafíos que enfrentaron resultaron ser demasiado grandes, llevándolos a una conclusión conmovedora.
