A los 62 años, el mapa de mi corazón cambió de rumbo
A mis 62 años, creía que el amor era un capítulo cerrado en mi vida. Pero una tarde en un club de viajes en Madrid, un desconocido con una sonrisa tímida y una vieja guía de carreteras me preguntó a dónde quería ir. Aquella simple pregunta removió heridas, miedos y esperanzas que creía olvidadas, y me obligó a enfrentarme a mi familia y a mí misma.