El derecho a amar después de los cincuenta: Mi vida contra los prejuicios
Me llamo Lucía y, después de los cincuenta, me atreví a enamorarme por primera vez tras años de soledad y resignación. Luché contra los juicios de mi familia, el miedo al qué dirán y mis propias inseguridades, pero decidí no renunciar a mi felicidad. Hoy me pregunto si, en una sociedad que espera que las mujeres mayores se resignen, tengo derecho a buscar el amor.