Un verano, un ultimátum: ¿Salvé a mi familia o sólo me engañé a mí misma?
En una noche sofocante de julio, agotada y al borde del colapso, lancé un ultimátum a mis hijos: o me ayudaban o vendía la casa y me iba a una residencia. No imaginaba que esa frase abriría heridas antiguas y secretos familiares. Aquella noche lo cambió todo y nos obligó a mirarnos sin máscaras.