«Evelina Decidió que su Nieto Mayor Heredaría la Casa»: Pero el Nieto Menor se Siente Excluido. Hija Enfadada con su Madre
Evelina se sentó en su acogedor salón, tomando una taza de té de manzanilla, con la mente llena de pensamientos. Siempre había estado muy unida a su nieto mayor, Miguel. Era un joven brillante, que actualmente estudiaba ingeniería en una prestigiosa universidad fuera de la comunidad autónoma. Evelina había tomado una decisión que pensó sería lo mejor para la familia: dejaría su casa a Miguel una vez que se graduara. Creía que le daría un buen comienzo en la vida, un lugar propio al iniciar su carrera.
Evelina había discutido su decisión con su hija, Laura, y su yerno, Tomás, durante una cena una noche. Esperaba cierta resistencia, pero no estaba preparada para la tormenta que siguió.
«Mamá, ¿cómo pudiste?» La voz de Laura era una mezcla de sorpresa e ira. «¿Y qué pasa con Javier? ¡También es tu nieto!»
Evelina intentó explicar su razonamiento. «Laura, Miguel es mayor y necesitará un lugar donde vivir cuando empiece a trabajar. Javier todavía está en el instituto; tiene tiempo.»
Pero Laura no estaba convencida. «Estás favoreciendo a uno sobre el otro, mamá. Esto no es justo para Javier.»
Tomás permaneció en silencio, con el rostro mostrando incomodidad. Rara vez se involucraba en disputas familiares, prefiriendo mantenerse al margen.
La conversación terminó en un tono amargo, con Laura saliendo de la casa enfadada, dejando a Evelina más conflictuada que nunca.
Los días se convirtieron en semanas, y la tensión entre Evelina y Laura solo creció. Laura dejó de visitar tan a menudo, y cuando lo hacía, el ambiente estaba cargado de palabras no dichas. Evelina extrañaba las conversaciones fáciles que solían tener, las risas que antes llenaban su hogar.
Miguel, ajeno al drama familiar que se desarrollaba en casa, llamaba a Evelina regularmente. Estaba emocionado con sus estudios y a menudo compartía sus planes para el futuro. Evelina encontraba consuelo en estas conversaciones, pero también le recordaban la brecha creciente entre ella y Laura.
Una tarde, Evelina decidió visitar la casa de Laura para intentar arreglar las cosas. Llamó a la puerta, con el corazón latiendo con fuerza en el pecho. Laura abrió la puerta con una expresión fría.
«Mamá, ¿qué haces aquí?» preguntó.
«Vine a hablar,» respondió Evelina suavemente. «¿Podemos sentarnos?»
Laura dudó pero finalmente se hizo a un lado para dejar entrar a su madre. Se sentaron en el salón, el silencio entre ellas era pesado.
«Laura, nunca quise herirte a ti o a Javier,» comenzó Evelina. «Solo quería ayudar a Miguel a tener un buen comienzo en la vida.»
Los ojos de Laura se llenaron de lágrimas. «Mamá, no se trata solo de la casa. Se trata de sentir que Javier no importa tanto para ti.»
Evelina intentó tomar la mano de Laura, pero ella se apartó. «Amo a mis dos nietos por igual,» dijo Evelina con voz temblorosa. «Solo pensé que esta era la mejor manera de ayudar a Miguel.»
Laura negó con la cabeza. «No entiendes, mamá. Has creado una división entre mis hijos. Javier se siente excluido y herido.»
Evelina sintió una punzada de culpa. Había estado tan centrada en ayudar a Miguel que no había considerado cómo su decisión afectaría a Javier.
«No sé cómo arreglar esto,» admitió Evelina.
Laura se levantó, secándose las lágrimas. «Quizás no puedas,» dijo en voz baja. «Quizás algunas cosas están demasiado rotas para ser reparadas.»
Evelina salió de la casa de Laura sintiéndose más perdida que nunca. Había esperado una reconciliación pero solo encontró más dolor.
A medida que pasaban los meses, la distancia entre Evelina y Laura permaneció. Miguel se graduó y se mudó a la casa como estaba planeado, pero la alegría de su logro se vio ensombrecida por la ruptura familiar.
Evelina a menudo se sentaba sola en su salón, mirando fotos familiares antiguas y preguntándose si había tomado la decisión correcta. La casa se sentía más vacía que nunca, llena de recuerdos de tiempos más felices que ahora parecían tan lejanos.